domingo, 5 de abril de 2015

La falta de sol

En mis primeros dos años aquí no me había afectado la falta de sol, pero este año sí que me ha afectado. Desde octubre  empieza a oscurecer mas temprano,  el punto máximo es en diciembre cuando amanece a las 9 y pico de la mañana y oscurece a las tres de la tarde (en el norte tienen 1 hora de luz como mucho, así que podría ser peor). La cosa no mejora hasta mas o menos marzo y ahora en abril ya se nota muchísimo la diferencia de luz.
Pues eso, este año me salió un bulto en el cuello, un ganglio bastante inflamado. Vas al médico, el médico se asusta y te manda al hospital, el hospital se asusta y te hacen una biopsia urgente...y yo con mi pelín de hipocondria, pues acojonada.
En las dos semanas interminables que tardaron en llegar los resultados, hablé con unos cuantos inmigrantes de Irak y Afganistan y me dijeron que eso les había pasado a todos, que nosotros (los más morenitos) reaccionamos distinto a la falta de sol y que solo hace falta vitamina D.
Pues me compré mi bote de vitamina D que aquí toma todo el mundo durante el invierno y yo siempre había pensado que no era más que otro sacadero de perras. También aproveché para mejorar un poco mi alimentación y meterme sobredosis de naranjas.
El caso es que al cabo de un mes el ganglio había vuelto a su tamaño y tenía revisión en el médico. Mi doctora me habia jurado que no iba a disminuir ni aumentar, que esas cosas no cambian, y cuando me hizo la revisión y vio que había desaparecido me preguntó qué había hecho. La cara que puso cuando le dije lo de la vitamina D y el zumo de naranja fue la misma que hubiera puesto si le hubiera dicho que recé cinco avemarías. Se rió y dijo que a partir de ahora recomendaría zumo de naranja a todos sus pacientes (con retintín).
Me da igual, el caso es que a mi se me ha quitado, las pruebas dieron normales y yo he decidido todos los años en cuanto llegue la oscuridad tomar vitamina D.

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